El paso del tiempo pone las cosas en su sitio. Iker Casillas fue suplente en el primer partido de España en el Europeo y no hubo la anunciada tormenta. Al contrario. El mítico portero de la selección actuó como un capitán. Fue uno más en el banquillo y estuvo de sobresaliente en el que se le presume como nuevo rol dentro del equipo.
Lo fundamental es cómo se encuentra y como le ven sus compañeros. Hay sinergia total. El jugador está tranquilo, agradecido por estar en la lista de privilegiados y con una paz interior que no había alcanzado desde hace mucho tiempo. Se podría decir que estamos ante un nuevo Iker Casillas. Cuando hay un cambio en la portería no es para rotar, es definitivo. Lo esperaba y las voces autorizadas de dentro de la concentración así lo corroboran. Se lleva muy bien con David de Gea y eso ayuda mucho. El propio Del Bosque subrayó de ‘estupendo’ su comportamiento antes, durante y después del partido frente a la República Checa.
Casillas tiene un objetivo común que si sale exitoso supondrá su tercera foto con la Copa después de 16 años defendiendo los colores de la Selección. Y lo que es fundamental: no se siente abandonado (futbolísticamente hablando). Al contrario. Está listo por si el mister le da la oportunidad de la titularidad.