España se echa a la calle

Hay momentos que jamás se olvidan. A cualquiera que se le pregunte por qué hacía o dónde estaba el 11-S, el 11-M o el día qué ganamos el Mundial sabrá responderle, incluso podrá contar algunos detalles. Es probable que esas mismas personas sean incapaces de recordar lo que comieron ayer. La noche en la que la Selección venció a Alemania en las semifinales de la Copa del Mundo puede que no tuviera la contundencia histórica del título, pero sí fue un gran preludio de lo que ocurriría cinco días después: millones de españoles se echaron a la calle a celebrar la clasificación de la Selección a la final del Mundial de fútbol por primera vez en la historia. Como para olvidar.

En pocos minutos, las calles desiertas se llenaron de miles de personas que durante dos horas habían vaciado las vías públicas para ver el encuentro en una casa o un bar. En Madrid, por ejemplo, tráfico se redujo en el centro de la ciudad en un 48 por ciento durante el encuentro y un 54 por ciento en la M-30. El Metro de la capital, utilizado por dos millones de personas cualquier día laborable, descendió su ocupación en un 22,5 por ciento a partir de las 20:30 horas, como sucedió con los autobuses urbanos, que registraron una bajada de ocupación de entre el 15 y el 20 por ciento.

Hasta las llamadas al servicio de emergencias 112 (que aglutina incidencias por accidentes, bomberos o urgencias hospitalarias) fueron un 19 por ciento menor que la media semanal. Atendieron 924 avisos (por los 1.145 que se contabilizaban diariamente en julio de 2010). El país se paralizó.

Todo lo contrario que al término del partido. Fue entonces cuando una marea roja inundó las principales arterias de cada ciudad. En Madrid los aficionados se bañaron en Sol y otras fuentes al estar Colón y Cibeles custodiadas. Se llegaron a recoger 37.500 kilos de basura más que cualquier otro día. Es la huella que dejó una proeza… España estaba en la final.