La clasificación para la Eurocopa de 1984 que se disputaría en Francia se había complicado a más no poder. A falta del encuentro definitivo, España estaba a dos puntos de Holanda, que ya había terminado la fase de clasificación con 13 puntos y una diferencia positiva de 16 goles. Antes de enfrentarse a Malta, España tenía 11 puntos. En aquel momento las victorias sumaban dos puntos, así que venciendo el partido empataban con los holandeses. El problema estaba en la diferencia de goles. Los españoles tenían un golaverage de 5 goles a favor, 11 menos que Holanda.
Con un Benito Villamarín medio vacío por lo improbable de la gesta, España empezó a las 20:30h del 21 de diciembre de 1983 uno de los partidos que jamás se olvidarán. La primera parte terminó con 3 a 1, un resultado poco alentador de cara al segundo tiempo. Sin embargo, todo cambió en los segundos 45 minutos. Sobre todo cuando en tres minutos (del 62 al 65) España consiguió tres goles gracias a un doblete de Maceda y un tanto de Rincón. Con 8 a 1 y más de 20 minutos por disputarse, el milagro empezaba a tomar forma.