Julen Lopetegui y el ejercicio imposible de Nadia Comaneci

DAVID DE LA PEÑA

David de la Peña

Desde la obligada calma que debe provocar hablar de partidos de preparación, es justo decir que las malas sensaciones que transmitió España en el primer tiempo frente a Túnez no estuvieron relacionadas ni con la falta de ritmo ni con la ausencia de intensidad, un argumento que sí iría de la mano con el hecho de estar explicando un mal rendimiento por el hecho de ser partidos sin trascendencia.

Es justo también decir que, más allá de esas malas sensaciones, España está sin lugar a la duda en el vagón de las candidatas. La ausencia de control fue resuelta con robos muy complicados de Busquets, buenas acciones defensivas de Piqué y Ramos en situaciones delicadas, y recursos para acabar ganando el encuentro desde la pizarra de Lopetegui y la calidad de los recambios. Esta selección sabe competir.

Sin embargo el plan A deja dudas desde lo táctico. Nadia Comaneci, en los Juegos Olímpicos de Montreal 76, apostó por un ejercicio tan complicado que le dio el primer diez perfecto de la gimnasia artística. La apuesta de Lopetegui recuerda a aquella: el once junta talento a raudales, pero requiere una armonía muy difícil de ejecutar. De hecho, Andrés Iniesta —que curiosamente fue el que más balones perdió en el encuentro— fue el único que de verdad entendió las necesidades tácticas del equipo.

La constante movilidad de Isco, Thiago y Silva para abrir líneas de pase por delante de balón e intervenir en el juego —hablamos de tres futbolistas que en sus clubes suelen tener una libertad casi plena en términos de movilidad—, provocó un caos que llevó a pérdidas y por tanto, a contragolpes de Túnez. Faltó paciencia para apartarse de la jugada y recibir después, y que eso provocara una desorganización en el conjunto africano que sólo Iniesta, arriesgando mucho en sus conducciones, buscó aún provocando esto que España no lograse conservar la pelota.

Lopetegui tiene ahora dos opciones. La primera es apostar por la España de dos interiores junto a Busquets más Isco y Silva, una estructura que si de verdad consigue fluir en el juego de posición podrá crear ese escenario dominante con la pelota que le haga juntar el equipo arriba y ahogar a los rivales con índices de posesión muy altos. La segunda es buscar una alternativa más pragmática, quizás con la inclusión de Koke o Saúl cerca de Busquets para frenar las transiciones rivales desde la calidad defensiva, y que uno de los dos atacantes que acompañe al nueve sea uno de los delanteros restantes, Lucas o Asensio, que darán más verticalidad y amplitud a los ataques. Lopetegui deberá convencer a los jueces más duros del planeta. Así es un Mundial.