Memphis está de dulce. No sólo con el Barça, también con la selección. Ayer volvió a demostrar que no sólo es el líder de los Países Bajos, también es el goleador, el generador de juego y, en definitiva, el hombre más importante del equipo.
Si bien es cierto que Montenegro no supuso ningún problema para los Países Bajos (de hecho, más que un rival pareció un amigo cuando desperdició un regalo de Malacia, debutante, en salida de balón), a Memphis se le vio muy por encima del nivel general del partido. Era un adulto jugando con niños.
La selección de Van Gaal acusó una falta de acierto más ligada a la suerte que a la falta de calidad ante Noruega el pasado miércoles y ayer lo demostró. El jugador del Barcelona marcó el primero de penalti tras provocarlo él mismo (lleva seis de siete con la selección) y, ya en la segunda parte, recogió un balón suelto en el área para fusilar a Sarkic.
Ya con la comodidad del marcador, Wijnaldum no tuvo problemas para hacer el tercero y Gakpo se sumó a la fiesta con un golazo que hizo a Van Gaal llevarse las manos a la cabeza.
La fiesta fue tal que en el minuto 90, un niño saltó al campo y fue corriendo hacia Memphis. Se hizo un selfie con él, el jugador le pidió que se fuese y el chico se volvió a la grada sin que ningún miembro de seguridad le dijese nada. Una victoria contundente para mantener el pulso a Turquía y Noruega en el Grupo G.