La mejor eliminatoria posible del fútbol africano, el duelo entre campeón de África y subcampeón, entre Salah y Mané, volvió a sonreír del lado de Senegal y a hundir aún más a Egipto, que ha visto como en apenas 50 días se le han esfumado una final continental y un billete mundialista. Como si el destino tuviera que ser de nuevo cruel con los faraones y con su estrella, los penaltis se encargaron de desnivelar un cruce parejo y de gran nivel entre dos estupendos equipos.
De nuevo Mané, tal y como ocurriera en Camerún hace mes y medio, marcó el penalti decisivo después de que Salah mandara el suyo a las nubes, en su caso el primero de la tanda para los egipcios. El conjunto de Aliou Cissé sonrió y el de Queiroz se lamentó, enfadado también por los punteros láser que durante todo el partido estuvieron molestando a sus jugadores y más concretamente en la tanda decisiva, un momento tan crucial de concentración.
El partido había tenido de todo anteriormente. A los 4 minutos marcó Boulaye Dia el tanto que equilibraba la eliminatoria. Desde entonces, Senegal se supo más tranquila y fue dominando el choque sin arriesgar tampoco en exceso. En el segundo tiempo sí se vio una mejoría de Egipto, que tuvo alguna oportunidad como para empatar.
Sin embargo, las más claras estuvieron en las botas de Ismaila Sarr, que se topó una y otra vez con un El Shenawy inconmensurable. Entre tensión y las paradas antológicas del portero egipcio llegó el desenlace a los penaltis. Ahí aparecieron el mal fario de Salah, los punteros láser, los nervios de todos (se fallaron los cuatro primeros tiros) y, por último, la parada decisiva de Edouard Mendy y el gol final de Mané. Una tragedia para unos y un éxtasis para otros. África debía elegir entre su mejor jugador o su mejor equipo y se quedó con lo segundo.
Túnez vuelve al Mundial
Túnez rentabilizó la victoria obtenida en la ida ante Mali (0-1) y con un empate sin goles en su feudo de Rades selló la clasificación para su segundo Mundial consecutivo y el sexto de su historia.
El autogol de Moussa Sissako fue a la postre definitivo. Mali lo intentó con todos sus medios, pero tendrá que esperar otros cuatro años para poder estrenarse en una fase final mundialista.
Las ‘Águilas de Cartago’ de Jalel Kadri supieron frenar las acometidas de los jugadores de Mohamed Magassouba, que llegaron al estadio Olympique Hammadi Agrebi de Rades con la clara vocación de darle la vuelta a la confrontación.
Ello les obligó a esforzarse en cerrar espacios y tratar de manejar el balón para evitar que tuviera éxito la presión de Mali, al que incluso se le anuló pronto un tanto por fuera de juego conseguido por Abdoulay Diaby.
Túnez lo tuvo claro según avanzó el crono. En el primer tiempo confió en su zaga y en poder desplegar alguna contra. Después, prácticamente ni eso. Al final redobló esfuerzos atrás y el partido acabó por tener tan solo una dirección.
Magassouba no tuvo más remedio que buscar soluciones ofensivas, pero sin recompensa. Túnez resistió con sobriedad y solidez y selló de nuevo su billete mundialista.