Carles Puyol regresó a jugar un partido después de muchos meses peleando con los fisioterapeutas para esquivar una lesión que le traía de cabeza. La prueba buena fue el pasado sábado, nada menos que en campo tan complicado como El Sadar y con compañeros de circunstancias por imposición del guión del Tata Martino. Se tragó los noventa minutos a un ritmo más que aceptable.
Se puede decir que Puyol está de vuelta, aunque hay que optar por la prudencia ya que se trata simplemente de un partido y no conocemos si hay daños directos o colaterales después de esa hora y media. Si se mueve en niveles de rendimiento similares a los anteriores a la lesión a buen seguro que estará en la lista de futbolistas que sigue el cuerpo técnico se la Seleccion española.
A Puyol le conocen de sobre y saben lo que significa su presencia dentro del grupo. Esto importa, aunque pesa mucho el rendimiento en el campo. Además, Del Bosque no está sobrado precisamente de centrales. Hay dos fijos (Ramos y Piqué) mientras que Albiol, Iñigo Martínez o Nacho no tienen garantizada su presencia en las próximas listas.
El central del Barcelona es un tiburón y si tiene la mínima opción de regresar a la selección lo va a intentar con todas sus fuerzas, si bien dicho escenario lo provocará el desarrollo de la competición.
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