De Tres Cantos a la Selección: la alucinante odisea futbolística de Jaime Mata

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  • El delantero del Getafe disfruta de su primera convocatoria con España.
  • Su vida futbolística le ha llevado en pocos años de estar en Preferente a ser una estrella de Primera.

Jaime Mata

Los caminos del fútbol son inexcrutables, y en pocos años puedes pasar de ser uno de tantos futbolistas que se bregan en los campos de césped artifical o incluso tierra, a ser un delantero sobre el que pasan las opciones de gol con la selección de tu país.

Es lo que le ha ocurrido a Jaime Mata, que tras su buen hacer en el Getafe se ha ganado la confianza de Luis Enrique para ser convocado con la Selección española. Este ariete ha tenido que atravesar una auténtica odisea, plagada de viajes en equipos en los que era un lujo tener un fisioterapeuta o que le lavaran la ropa allí y no se lo tuviera que hacer él, algo que en los equipos de Primera es normal.

Se lo confesó en ‘El Partidazo de COPE’ a Juanma Castaño, que no salía de su asombro al ir escuchando el viaje de Mata hasta la élite.

De Tres Cantos a la Selección

“Nunca he estado en ninguna cantera conocida o un sitio donde se te pueda ver o promocionar. Yo he jugado siempre en Tres Cantos, desde benjamín, hasta que dí el salto amateur en Primera Regional“, recuerda el autor de 15 goles en lo que va de presente temporada. “El salto no lo pude dar ni a Tercera División, que estaba por aquellas el Pegaso, sino al filial del Pegaso en Primera Regional, que hicimos buen año y subimos a Preferente”, rememora sobre sus inicios.

Ahí no ganaba dinero, ni por asomo. “Siendo de Tres Cantos, nada. A la gente de fuera le pagaban la gasolina, pero yo al ser de casa…”, recuerda, sonriente. Ya tenía una edad algo tardía para triunfar en el fútbol de élite, ya que no fue hasta los 20 años cuando pasa al primer equipo del Pegaso. En su caso, la crisis le vino bien. “Empezó a haber menos dinero en los equipos de Tercera, y se empieza a dar oportunidades a los chavales”, admite, entre los que estaba él mismo.

Su buen hacer con el Pegaso hace que le fiche el Rayo Vallecano para el filial, pero por cuestiones burocráticas no le pueden inscribir, y le acaban cediendo al Socuéllamos. “Yo entraba como pensando en una experiencia. Había dos fisios en el vestuario y decías: ‘joe, qué guay’. La ropa te la lavaban allí, no te la tenías que llevar a casa”, dice el futbolista, cuando ya había pasado la veintena.

A esa edad, ya era complicado llamar la atención de equipos ‘top’, máxime cuando tiene que pasar del Rayo B al Móstoles, donde hizo 25 goles y quedó ‘Pichichi’ de Madrid, porque no tenía hueco en el primer equipo rayista. “Tenía gente delante de mi como Leo Baptistao, y luego en los clubes miman a jugadores para que lleguen… Yo ya era mayor para un filial, incluso, tenía 22 o 23 años. Yo iba al filial a hacer de veterano, a hacer equipo”, rememora.

En ese momento, le dio la oportunidad el Lleida. “Irme fuera de casa, para mí era una auténtica locura. Como había terminado mis estudios dije, ‘venga, a la aventura’. . Ahí empecé a ver otro fútbol: más repercusión, ves el fútbol de verdad”, recuerda. Estuvo dos años allí, en los que hizo muchos goles y estuvo a punto de subir a Segunda.

En ese momento, le llamó el Girona y tras dar el salto al fútbol profesional, ya empezó a brillar. Dos años allí, ya en Segunda, en los que rozó subir a Primera, hasta que lo dio todo en el Valladolid. Sus 35 goles (37 en total, si se suman los 2 que hizo en ‘playoffs’) le abrieron las puertas del Getafe, donde triunfa ya con 30 años.