El portero se podría definir como un elemento diferente en el fútbol. Utilizan las manos, llevan guantes, visten de otra manera, en la mayoría de las ocasiones con colores de dudoso gusto, su zona de influencia esta limitida, siempre ven el juego de frente, se entrenan a parte del resto del equipo… Sus propios compañeros les tachan de locos para asumir su rol. Hasta son excluidos, como norma, de la celebración de los goles por dos motivos: por la distancia y por la seguridad de no dejar desguarnecida la portería.
Sin embargo, hubo un punto de inflexión en la relación entre los porteros y los jugadores en el Mundial de Francia 98. En cada partido de la selección francesa, Laurent Blanc, hoy entrenador del PSG, besaba la brillante y blanquecina calva de Fabian Barthez, guardameta galo, antes de empezar los partidos o cuando marcaban un gol. Una imagen que recorrió todo el mundo futbolístico y que ha sido adaptada por algunos equipos.
La selección española no ha sido una excepción. Iker Casillas siempre toca el larguero con la mano izquierda cuando España marca un gol. Además, siempre encuentra un aliado para arrancar los partidos o para festejar dichos o tantos. No se trata de un compañero en exclusiva ya que por necesidades del guión y de las convocatorias han cambiado. El primero fue Carlos Marchena, hasta que dejó la selección después de proclamarse campeón del mundo en Suráfrica. Luego, ese rol lo cogió Carles Puyol y ahora que el central del Barcelona no entra en las listas por lesión, el partener de Casillas es Sergio Ramos.
Foto @ Carmelo Rubio
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