La selección española cierra el año 2015 cargada de esperanza. Acabó la fase de clasificación para la Eurocopa de Francia de manera brillante con un primer puesto incontestable y con la sensación de haber recuperado parte del crédito que perdió en el Mundial de Brasil en 2014. Ha superado y desmontado alguna de las teorías más críticas que dibujaban a un equipo decadente y a un grupo de futbolistas en la cuesta abajo de su carrera.
Lejos de esa realidad, la selección está más viva que nunca desde el punto de vista futbolístico. Claro que Vicente del Bosque continúa con esa dulce transición que anunció en su día y ahora mismo tiene entre manos problemas sin resolver como es del delantero centro. Diego Costa no acaba de encajar en el sistema de juego de la selección y son cada vez más las sospechas sobre su continuidad en las convocatorias, aunque también es cierto que ahora mismo ningún nueve está por encima del resto. Buena prueba de ellos es que el nombre de Aduriz se haya convertido en una sombra alargada para todos los delanteros.
Pero también hay noticias positivas para Del Bosque. Casillas está mucho más centrado y tranquilo desde que dejó el Madrid y se enroló en el Oporto; el sistema defensivo ha funcionado de maravilla; Busquets sigue creciendo e imponiendo su personalidad en el medio del campo; la segunda juventud de Andrés Iniesta; la madurez de Silva… Además del extraordinario ambiente que se vive en el seno del equipo, de momento impermeable a que sucede en el día de los clubes que en ocasiones salpica a España.
La selección ya tiene a los rivales en la Eurocopa (Turquía, la República Checa y Croacia), un grupo para no descuidarse y aspirar a defender con éxito el título logrado de manera consecutiva en Polonia y Ucrania hace muy pronto cuatro años.
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