Cuartos de final era la ronda de la mala suerte para España, o al menos para el sentir general de la afición. Los menos interesados en el fútbol habrían escuchado hablar poco de aquella selección paraguaya, pero fue una de las revelaciones del torneo y un hueso muy duro para los de Vicente del Bosque. Lucas Barrios, del Borussia Dortmund; Roque Santa Cruz, en el Manchester City; y Cardozo, estrella del Benfica, eran tres nombres que asustaban por sí mismos.
Para romper esta supuesta maldición de cuartos no solo se necesitaba un gran partido, también trabajo en equipo y la chispa de suerte que suele caer del lado del mejor. España aquella noche cumplió los tres propósitos.
Ese azar, más europeo que americano en Sudáfrica, fue el que hizo que, con tanto suspense, entrase el tanto de VIlla. Pero fue la unión del vestuario quien consiguió parar el penalti a Cardozo. “Muchas gracias a Reina, que es un fenómeno y me ha dicho por dónde le iba a pegar”, explicó Casillas. Su compañero le respondió públicamente: “Es cierto que recordaba de un partido de la UEFA con el Liverpool por donde tiraba los penaltis Cardozo y se lo tenía que transmitir a Iker. Pero el mérito ha sido todo suyo. Le agradezco el detalle que ha tenido de dedicarme su parada, pero el mérito es suyo. Es él quien nos ha mantenido en el partido con un partidazo”.