No existe mayor placer para un delantero que marcar y celebrar un gol. Es lo más en el fútbol. Como también es muy cruel marcar un gol al equipo que vio crecer y formarte como jugador vistiendo otra camiseta por las circunstancias de la vida. Es lo que le ha pasado a Álvaro Morata. Es del Real Madrid y será del Real Madrid por los siglos de los siglos.
Pero en las semifinales de la Champions League sintió esa sensación agridulce cuando aprovechó un despeje de Casillas para hacer gol para la Juventus. No pudo correr, ni gritar. Se quedó petrificado mientras sus compañeros saltaban de alegría. “Por respeto al club que me lo ha dado todo no lo he celebrado“, comentó el delantero.
Sentimentalismos al margen, Morata cuajó un extraordinario encuentro frente al Real Madrid en un escenario como la Champions League. Interpretó el papel del nueve, del delantero centro, con diligencia. Fijó a los centrales, bajó el balón, lo jugó con mucho criterio, tiró desmarques a la espalda de Pepe y Varane y marcó un gol. Más no se le puede pedir. Un trabajo que tendrá una nueva recompensa con la llamada de Del Bosque para disputar el encuentro de selecciones ante Bielorrusia.
España tiene en Morata al delantero centro del futuro y muy posiblemente del presente. Ahora sus principales competidores son Diego Costa y Alcácer y quien más en forma está es el delantero de la Juventus. De él depende mantener el nivel para afianzarse en la Selección con vistas a la defensa del título europeo el próximo año en París.
Morata es de los jugadores que llegan para quedarse. Lo está haciendo en la Juventus y se ha puesto entre ceja y ceja hacer lo mismo en la Selección. Antes tendrá que pasar el trago del partido de vuelta en el Santiago Bernabéu. Como marque y pase la Juventus su caché se multiplicará por mil.
Foto © Carmelo Rubio
