Hoy en día es difícil encontrar jugadores de club. Sobre todo en los equipos con unos presupuestos desorbitados. Ahí abunda el fichaje estrella. Cesc es culé hasta la médula pese a que su explosión llegase en el Arsenal y volviese a casa por una millonaria cantidad. Es un hijo de La Masia y por eso le dijo en dos ocasiones “no” al Real Madrid.
Ahora, Cesc ha perdido la sonrisa. Ha sido señalado por su afición como uno de los principales culpables de la derrota en la Champions League. Una situación que se ha visto acentuada por la dolorosa pérdida de Tito Vilanova. El jugador percibe la injusticia deportiva en su esfuerzo por amoldarse a los distintos puestos que le fueron requeridos por sus entrenadores. Se convirtió en el famoso nueve falso del Barcelona y de la selección española cuando en realidad él es un extraordinario centrocampista.
De ahí su fastidio. Nunca molestó a Xavi en una hipotética pelea por llevar la dirección del equipo azulgrana ni por discutirle en la Selección. Siempre fue respetuoso y esa educación le llevó a convertirse en comodín. No ha rechistado y ahora se ve con el aliento de los seguidores azulgranas más críticos en el cogote. Lo considera injusto y no piensa abandonar. Volvió a su casa para quedarse y ganar títulos.
Necesita recuperar sensaciones porque le necesita su equipo y porque es una de las piezas del engranaje de la campeona del mundo. Puede que le suceda lo que a otros internacionales en su día, encontrar el paraíso en la Selección.
Foto © Carmelo Rubio