Triste empate a cero en Rumanía de una España que no transmite

Rumanía-España

Regusto muy amargo deja a la selección española tras su visita a Rumanía. Ante un conjunto menor, plagado de jugadores desconocidos y de nivel no demasiado alto, el combinado de Del Bosque ofreció una mala imagen lamentable e indigna del actual bicampeón europeo. No hubo goles, consecuencia de la falta de juego y de hambre de un equipo que se conformó con cumplir el expediente.

Bien es cierto que España usó este amistoso para probar a muchos jugadores no habituales. El día del debut en la Eurocopa, dentro de aproximadamente dos meses y medio, no más de 3 o 4 de los que jugaron en Cluj formarán el 11 en Toulouse ante la República Checa, pero no deja de ser descorazonador ofrecer una imagen tan floja ante un equipo de tan baja categoría.

Los mejores años de Rumanía pasaron hace ya demasiados años. De aquella selección que encandiló en los 90 con Hagi, Belodedici, Raducioiu y compañía solo quedan los recuerdos, y la actual es ramplona y mediocre pese a haber logrado la clasificación para la Euro. Y, pese a ello, puso en muchas dificultades a España, incapaz de crear ocasiones ante la meta rival. Una combinación entre Silva y Pedro, cuyo remate desbarató Tatarusanu, fue el exiguo balance de ‘la roja’, que no solo no llegó sino que tampoco controló el partido.

Casillas tuvo más trabajo del esperado, y hasta tres llegadas con bastante peligro estuvieron a punto de convertirse en el primer tanto del partido. La más clara, un remate seco de Stanciu que obligó a Iker a una buena estirada para sacar el balón, que iba pegado al palo.

Tras el descanso llegó el habitual carrusel de cambios que frena el ritmo de los partidos, pero no es excusa al paupérrimo nivel que mostró la selección. Ni ocasiones, ni llegadas ni, sobre todo, ambición. Un equipo sin alma que dejó pasar los minutos atacando de manera funcionarial. En el último partido antes de la concentración previa a la Eurocopa, España exhibió una imagen de lo más preocupante. Solo cabe esperar que con la llegada de la competición, a la hora de la verdad, se vea a un equipo con más hambre y más fútbol.