La final de la Copa del Rey dejó dos nombres por encima del resto, si bien se podría añadir un tercero por el significado de su acción. Ese doblete correspondería don Andrés Iniesta y a Gerard Piqué, mientras que el añadido pondría ser Jordi Alba por lo que significó su gol en la prórroga entre el Barcelona y el Sevilla. Ganó el Barcelona porque fue mejor en su momento puntual del choque.
Pero centrémonos en los dos primeros. El partido que se marcó Gerard Piqué recordó a su mejor versión en un terreno de juego. Se multiplicó en la tarea defensiva a raíz de la expulsión de Javier Mascherano antes del descanso y fue creciendo a lo largo de los minutos para convertirse en uno de los más destacados de la noche. Sabido es que su función consiste en destruir el juego del rival, sin embargo dejó en el Calderón la sensación de que su juego se acerca al de su mejor versión, justo ahora que se acerca la Eurocopa. Mantuvo en pie al Barcelona cuando peor lo pasó en los primeros compases de la segunda mitad. Se multiplicó de una manera escandalosa y achicó balones por todos lados.
El otro gran protagonista fue Andrés Iniesta. Imperial durante todo el partido. Se echó al equipo sobre su espalda y dio un recital de juego. Tanto que fue elegido como el MVP de la final y vino a demostrar que aún tiene cuerda para rato. El seleccionador nacional, Vicente del Bosque, comprobó in situ como el líder del centro del campo en España para la próxima Eurocopa pasa por un momento de dulce. Su recital con el balón en los pies compaginó con la humildad que exhibió cuando acabó el choque y se puso delante de los medios de comunicación.
Vicente del Bosque sabe que Andrés llega bastante enterito para disputar la Eurocopa y que ahora mismo atraviesa por un nivel de madurez que sólo está al alcance de los genios. Y don Andrés lo es.