En la primera línea del palco del Vicente Calderón se sentó el seleccionador nacional para presenciar el encuentro entre el Atlético de Madrid y el Bayern Munich. Vicente del Bosque pudo comprobar en primera persona como Saúl Ñíguez dibujaba una fantástica jugada para marcar un sueño que puede valer una final para su equipo y quizás un pasaporte para la Eurocopa.
Sin duda, el centrocampista rojiblanco está llamando a la puerta de la selección con mucha fuerza. Ya no es un desconocido para buena parte de la afición por su gran campaña esta temporada. Ha explotado futbolísticamente y es reconocido como un extraordinario centrocampista con vocación ofensiva, como quedó demostrado ante el Bayern.
Pero Saúl es mucho más que eso. Se podría definir como el comodín ideal por su perfil multifuncional. Cuando estuvo cedido en el Rayo Vallecano, Paco Jémez lo modeló en la posición de central con un resultado muy positivo. De esa experiencia afianzó los conceptos de la salida del balón en largo, así como en apoyo. Posee un buen disparo y es poderoso en el juego aéreo. Tiene un motor diesel en el corazón y algo fundamental para un deportista de elite: está convencido y decidido con lo que hace en un campo de fútbol.
Asume los retos. Y ahora el reto es para Del Bosque. Saúl puede ser la pieza idónea para reforzar un centro del campo que anda algo renqueante. Cazorla lleva muy tiempo sin jugar y Thiago no acaba de enderezar una buena línea. No es ni uno ni el otro pero es buen comodín para la defensa de la Eurocopa de Francia.